Ni nibu
La Prensa | Opinión | La Voz de la Academia | 29 de octubre de 2023
Por Jorge Sarsaneda del Cid
Una de las cosas más divertidas al aprender un idioma es hacerlo con los niños. A ellos no les da pena corregirte, reírse de tu mala pronunciación, repetir las cosas hasta la saciedad. Con ellos empecé a aprender y practicar los números. Un día iban por el camino dos personas y yo -haciendo alarde de mis nuevos conocimientos- le dije a un señor: “Ni kitde krobu”, queriendo decir “vienen dos personas”. Me corrigió y me dijo: “Ni kitde nibu”. “¿Y ese cambio?”, le pregunté. “Es que para contar gente se dice de una manera, para contar cosas redondas se dice de otra, para contar cosas largas, de otra, para contar racimos, de otra y así”, me respondió. Y yo: ¡!!!¿???? ¿Cuántas formas son? “Son catorce formas de contar”, me remató. En realidad, son dieciséis formas en ngäbere, aunque otros hablan de dieciocho.
No es una novedad del ngäbere, hay otros idiomas que tienen esta característica, por ejemplo, el dulegaya (idioma de los guna), el japonés, el chino mandarín y algún idioma africano, por mencionar algunos. Esto puede parecer extraño a la lógica occidental-eurocéntrica con la que hemos crecido, pero quizás tiene sentido para la lógica oriental.
Hay un sufijo base para mencionar los números del uno al diez (-i, -bu, -mä, -bägä, -rige, -ti, -kügü, -kwä, -ügän, -jätdä). En adelante, del once al diecinueve, se va sumando uno (diez + uno, diez + dos, etc). El veinte también tiene su nombre (–gre). En adelante, se van sumando de veinte en veinte, o sea que es un idioma que utiliza el sistema vigesimal, tal como lo hacen el maya, el náhuatl, el muisca, el francés, el galés, el euskera y otros.
Para designar personas, se usa el prefijo -ni, que significa “gente, persona”. Por ejemplo, ni itdi (= una persona), ni nikügü (= siete personas). En el caso de animales o frutas, depende si son “redondos”, p.e. gallinas (= kwi kwäbägä-cuatro gallinas) o aguacates (duga kwäügän-nueve aguacates) o “alargados”, p.e. caballos (mädä kräjätdä-diez caballos) o vacas (nibi krärige-cinco vacas).
Pero el asunto se sigue complicando: en cuestión de pesos y medidas, hay varias formas: palmos, brazas, libras, racimos, cortes de tela. Ejemplos: un palmo = taitdi; siete brazas = ngwrakügü; cuatro racimos = küdebägä; dos cortes de tela = ötdöbu; diez libras = siä kratdi (de hecho, literalmente es una totuma, pero una totuma de semilla son diez libras, por eso…) ¡Como para sacar maestría!
¡Y se puede seguir! ¿Cuántas veces haces algo? Bäkwä = ocho veces. ¿Cuántas filas hay aquí? Jirerige = cinco filas. ¿Cuántos días estaremos? Köböjätdä = diez días. ¿Cuántas matas sembraste? Dägre = veinte matas. Y mejor no hablemos de monedas ni de dólares porque entonces sí hay pleito y más complicación.
Un detalle con relación a los “dólares”. Para decir dos dólares se dice kunbägä, para decir cinco dólares, se dice kunjätdä. Después de mucho preguntar, convalidar, cuestionar, he llegado a la conclusión que el prefijo kun significa “peso” quizás porque la moneda de Panamá era el peso, en el siglo XIX. Por eso cuatro pesos (kunbägä) son dos dólares y diez pesos (kunjätdä) son cinco dólares.
¿Qué nos dice todo esto? Nos habla de tratar las cosas con más cercanía, con mayor acuciosidad, con delimitación más fina y particular, de forma más realista. ¿Más complicada? Sí, pero eso depende de cuánto gozamos con el idioma. Quizás la forma tan personal de las relaciones (ver artículo anterior: “Buenos días o no me acuerdo”) puede ser que también marque la forma como se relaciona el ngäbe con las cosas, los animales, las plantas, el mundo. Pero, esa es otra historia.
(El autor es sociólogo y teólogo, experto en educación intercultural bilingüe)
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