Sabio y adelantado
La Prensa | Opinión | La Voz de la Academia | 12 de mayo de 2022
Por Irina de Ardila

Antonio de Nebrija
Antonio de Nebrija (1441-1522) fue el primer humanista hispánico, famoso por su Gramática castellana (1492), primera gramática en una lengua europea moderna. Eligió una profesión que le apasionaba, aunque no fuera la más relevante. Como dice Martín Baños: “Tiene el mérito de haber empeñado sus enormes talentos en el ejercicio de una disciplina modesta como era la gramática”. Además de latinista, fue traductor, exégeta bíblico, catedrático, lexicógrafo, lingüista, escritor, poeta, historiador, cronista real, pedagogo, impresor y editor. En muchas de estas áreas se reveló como un adelantado a su tiempo. Está considerado el primer defensor de lo que hoy llamaríamos “derechos de autor”. Y añade que por “… su defensa de la libertad de expresión y de conciencia, la Apología nebrisense debería ocupar un puesto de honor en toda la historia europea de mentalidades; desde una perspectiva biográfica, la redacción de la Apología es uno de los gestos que justifica una vida”. Como muchos otros intelectuales españoles de su época, no ofrece dudas el origen judío de Nebrija.
Decía Carlos Fuentes: “Somos lo que somos y hablamos lo que hablamos, porque los sabios judíos de la Corte de Alfonso El Sabio impusieron el castellano, lengua del pueblo, en vez del latín, lengua de la clerecía, a la redacción de la historia y las leyes de Castilla”. En la Corte del rey castellano Alfonso X El Sabio se impuso, por virtud de la influencia de los judíos, el castellano como lengua pública de comunicación, lengua propia de la historia y de las leyes y normas del Rey y su pueblo. El español castellano desaloja poco a poco al latín en los espacios públicos de comunicación, administración, comercio, legislación.
Por su parte, Américo Castro, en su obra España en su historia, hace una interesante puntualización: “…el castellano comenzó a servir de instrumento de alta cultura gracias a los judíos que rodeaban a Alfonso X y fomentaron sus curiosidades afinadísimas”.
Nebrija desempeñó con mucho esmero su profesión de hombre de letras, gramático y poeta de versos eruditos y clasicistas. Criticaba la estrechez mental, disfrazada de sabiduría, propia de nuestro tiempo y del suyo. Sus conflictos académicos se debieron, en parte, a sus intentos de desenmascarar el dogmatismo, la falsa autoridad académica y la mediocridad intelectual de ciertos profesores.
Su inquietud científica le llevó a explorar todo lo nuevo, sin renunciar a la ortodoxia, matizada por el deseo de profundizar en la “verdad histórica” de la Biblia, a través del análisis lingüístico o filológico y de la fidelidad a las obras clásicas. Su actividad profesional se extendió durante más de medio siglo.
Según Pedro Martín Baños, Antonio de Nebrija fue “un debelador de la barbarie, príncipe de los humanistas latinos españoles, que en el siglo XVIII mutó en campeón de la erudición hispana, vernácula, con el redescubrimiento de la Gramática y la Ortografía castellanas”.
Conmemoramos este año 2022 el V Centenario de la muerte de Nebrija. Se están celebrando numerosos actos académicos, exposiciones, ciclos de conferencias en todo el mundo hispánico. El Rey de España, Felipe VI, declaró en el acto inaugural, que los homenajes a Nebrija ayudarán a difundir “el amor por el conocimiento, la pasión por la ciencia, la fidelidad inquebrantable a los principios y el respeto a los seres humanos por encima de cualquier diferencia”.
El rector de la Universidad Nebrija, manifestó que la conmemoración servirá para dar impulso a los estudios sobre el español, “una lengua con gran vitalidad que hablamos cerca de 600 millones de personas en todo el mundo”. Darío Villanueva, presidente de la Real Academia, hizo votos para que se reconozca que Nebrija “no fue el ideólogo de la lengua del Imperio, sino el patriarca del imperio de las lenguas en el Nuevo Mundo”.
La autora es docente universitaria

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