Tesoros escondidos
La Prensa | Opinión | La Voz de la Academia | 3 de agosto de 2022
Por Irina de Ardila

Los Cantores de San Miguelito han sido invitados a cantar en Roma, en el Congreso Internacional de Pueri Cantores. Tomada de Facebook
Aquella lluviosa tarde sabatina fuimos invitadas a una de esas deliciosas tertulias de amigas, donde cada una espera dar las claves para enderezar el mundo y aclarar las dudas existenciales, aparte de saborear unos platillos suculentos y alegrar la vida con unas copitas.
Para nuestra sorpresa, al cruzar el umbral de la casa de Olguita Sinclair, quien era nuestra anfitriona, escuchamos unas notas musicales provenientes de un piano de cola que tocaba una niña vestida de negro, rodeada por otras niñas también de negro, atentas todas a los acordes de la pianista. Nuestra anfitriona, la incomparable artista Olguita, nos aclaró que las jóvenes eran integrantes de un coro de Niños Cantores de San Miguelito, formado en 2014 por iniciativa del padre Eusebio Muñoz, de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, de la comunidad de Torrijos Carter, como un proyecto integral cultural. El profesor Jorge Vilchez, director del coro, logró con su entusiasmo y arte pedagógico revelar y desarrollar el dormido talento musical de las jóvenes y que él llama con cariño y acierto: “tesoros escondidos”. Desafortunadamente, el coro todavía no dispone de espacio físico para ensayar y tampoco cuenta con apoyo público o privado. Contra viento y marea, participó en 2019 en los actos protocolares de la Presidencia como parte de la JMJ. Su repertorio lo componen las obras de compositores como Aldemaro Romero de Venezuela, Sir John Rutter de Inglaterra y algunos otros. En el sistema de educación musical y estética de estas niñas de Torrijos Carter, el canto coral con sus tradiciones centenarias ocupa un lugar muy significativo. Lleno de profundo contenido espiritual, capaz de influir en la estructura emocional, moral e intelectual de las integrantes, el canto coral contribuye a la formación de sus cualidades personales, que, además de desarrollar sus sentidos musicales, mejora y afina su gusto artístico, enriqueciendo sus horizontes y elevando el nivel cultural. Daba gusto el interés que mostraban las niñas mientras contemplaban las obras pictóricas de la residencia de la artista. El encanto de las niñas se delataba en el brillo de sus ojos.
El coro es el único instrumento musical “en vivo”, cuyo sonido se basa en un conjunto de unísonas vocales.
De acuerdo con la experiencia histórica y las últimas investigaciones científicas, se ha demostrado que el canto coral tiene un impacto no solo en la estructura emocional y estética de la personalidad del niño, sino también en su desarrollo mental. El lenguaje de la música es universal, aunque su intelección es individual. La educación del oído y la voz influye en la formación del habla, y el habla, para nadie es secreto, es el comunicador del pensamiento. El sentimiento musical está asociado con la formación de un sistema complejo de conexiones nerviosas en la corteza cerebral humana, con el desarrollo de la capacidad del sistema nervioso, el cual, como sabemos, es la base de toda actividad y por consiguiente del comportamiento humano.
Se podría decir que la música es un esperanto utópico, comprensible para todos y capaz de evocar sublimes emociones. La sola palabra “música”, que en griego significa “el arte de las musas”, contiene sonidos dulces.
El lenguaje musical no requiere traducción, con él, los compositores transmiten sus sentimientos; la música refleja el estado de ánimo y expresa el aliento de la naturaleza. Todos escuchamos la música de la naturaleza a nuestra manera, pero la mayoría distingue el aullido del viento del vuelo de una abeja.
Los Cantores de San Miguelito, a pesar de las limitaciones que confrontan, se preparan para su primera gira fuera del país en 2023. Han sido invitados a cantar en Roma, en el Congreso Internacional de Pueri Cantores.
Cuando veo tales esfuerzos, me es imposible guardar silencio. Sentí que era un deber destacar este proyecto cultural y exhortar al gobierno y a la generosidad de los mecenas para que apoyen y se comprometan a promover estos “tesoros escondidos”.
La autora es docente universitaria.

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