La Academia Panameña de la Lengua se estableció el 12 de mayo de 1926 en la ciudad de Panamá tras la aprobación de la Real Academia Española, que designó a Samuel Lewis García de Paredes como su primer director. La fundación se llevó a cabo gracias a la iniciativa de Ricardo Joaquín Alfaro Jované, abogado, lexicógrafo y traductor. Este inició los trámites legales necesarios en 1920, al dirigirse al presidente de la Unión Iberoamericana, quien se mostró muy complacido por la propuesta.
Actualmente, la institución convoca a sus miembros una vez al mes para tratar asuntos de interés general. La Academia Panameña de la Lengua está integrada por quince académicos numerarios, aunque sus Estatutos —recientemente reformados— permiten el ingreso de más miembros, hasta completar la cantidad de veintisiete.
Entre sus actividades, la corporación resuelve consultas lingüísticas que los usuarios hacen llegar a través de correo electrónico, consultas telefónicas directas o cualquier otro medio. También ofrece seminarios principalmente a periodistas y docentes de Español, así como a grupos que lo soliciten. Y, además de los actos solemnes de ingreso de los académicos numerarios, organiza actividades especiales, dedicadas a acontecimientos literarios o lingüísticos.
Asimismo, se llevan a cabo diversas actividades relacionadas con la conservación de nuestra lengua. Entre otras iniciativas, sus miembros recogen y valoran los panameñismos, que posteriormente se presentan para su inclusión en el Diccionario de americanismos.
La Academia también apoya, como institución ligada a la cultura y la lengua, a los estamentos del Gobierno panameño vinculados con la conservación y defensa del idioma oficial de Panamá, el español. La Academia Panameña de la Lengua publica semanalmente la columna La voz de la Academia en un diario de la localidad.
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