Usos léxicos: entre el ripio y la palabrería

La comunicación requiere eficacia, eficiencia y, desde luego, usos adecuados y el rechazo de los superfluos, innecesarios o retóricos.

 Algunas palabras o frases se han vuelto incómodas para los lectores o los interlocutores, porque no representan ni riqueza léxica ni abundancia expresiva o intensidad comunicativa, sino todo lo contrario: pecan de una pobreza, de una obvia repetición y de ser lugares comunes que se prevén con facilidad.

Tal es el caso de “lo que es”, expresión  excesiva y ociosa, que no añade sino vacíos a la comunicación y la hace inútilmente extensa.

 Hace poco, un locutor o narrador (alguien que hacía uso de la palabra) describía un juego en los siguientes términos:

“La competidora sube por lo que es la escalera y se guinda de lo que es la soga, para desplazarse hasta lo que es la jaula, por donde deberá moverse  a través de lo que es el laberinto…”.

 Aunque el resto de su discurso puede muy bien mejorarse, no cabe duda de que si eliminamos los cuatro usos no representativos, no necesarios de la locución “lo que es”, el acto comunicativo podría entenderse sin ninguna dificultad, puesto que los objetos como la escalera, la soga y la jaula pueden nombrase directamente (y así se entenderían) sin necesidad de decir lo que es la escalera, lo que es la soga o lo que es la jaula.

 Igual ocurre con “el mismo” y “la misma”, usos repetitivos y empobrecedores, que denotan muchas veces falta de recursos lingüísticos.

 Nos referimos a  expresiones como: Busqué el documento, pero creo que el mismo se me ha extraviado; No me gusta  que difundan la nota de prensa  si la misma no ha sido revisada por un corrector de estilo.

 Por considerarlo ejemplarizante, transcribimos el hilarante y sarcástico texto que don Fernando Lázaro Carreter presenta en su libro El dardo en la palabra sobre este vicio del lenguaje:

 “—Juraría que me había echado las lleves al  bolsillo de la chaqueta, pero no llevo las mismas en el mismo.

— ¿Te has mirado en el pantalón? Puedes llevarlas en los bolsillos del mismo.

—No. No llevo las mismas en el mismo. Al salir de casa, habré dejado las mismas sobre un mueble de la misma, mientras sacaba el abrigo y me ponía el mismo.

—Tendrás que llamar al cerrajero para que abra la puerta.

—Sí, aquí tengo el teléfono del mismo. Nos cambió la cerradura de la misma hace poco,  y conocerá la misma…”.

Como es claro, muchos de estos usos son perfectamente inútiles y por ello se pueden obviar y otros pueden ser sustituidos por los o las como en “no las llevo”, “las habré dejado” “mientras sacaba el abrigo y me lo ponía”, etc.

 La Academia dice: Los hablantes debemos aprender a escucharnos y a escuchar a los demás con el fin de mejorar nuestra expresión lingüística, de modo que podamos desechar lo superfluo, las frases  vacías, redundantes o inútiles.