Llega a Panamá el ‘Príncipe de Benín’
La Prensa | Opinión | La Voz de la Academia | 18 de mayo de 2023
Por Irina de Ardila
Desde el año 2000, se celebra en Panamá, durante mayo, el Mes de la Etnia. Tiene como objetivo resaltar los aportes científicos, culturales, gastronómicos, laborales y económicos de los afrodescendientes de nuestro país. Aprovecharé esa circunstancia para dar a conocer una nueva novela que trata el tema africano.
África está avanzando y su literatura también. A los escritores clásicos –Conrad, Shengor, Gordimer, Achebe, Tutola, Pepetela, Soyinka, Paton…– se suman otros muchos en los últimos años capitaneados por nigerianos y sudafricanos –la nigeriana Ngozi, Obiama , Mengestu, el polaco Kapuscinski, y hasta Vargas Llosa…– .
Estos nuevos autores, tanto si son africanos o no, son una ventana privilegiada a un continente desconocido, a unas sociedades poscoloniales que intentan hacerse a sí mismas.
Entre los escritores recientes se destaca María Teresa Gallego, que acaba de publicar la novela Príncipe de Benín, lanzada el pasado abril en la Biblioteca Nacional. Según la autora, al empezar a escribir este libro, tenía la idea de hacer un texto poético al estilo de Platero o El Principito. Quería contar la relación de sus protagonistas: el espíritu de un príncipe africano, que pervive en una cabeza de bronce desde hace siglos, y la mujer blanca que la compra. Pero no pudo resistirla tentación de sacar a la luz la desconocida historia del Reino de Benín y la novela ha terminado convirtiéndose en una amalgama de imaginación, poesía e historia.
Benín fue un pequeño imperio que tuvo como centro la Ciudad de Benín; se desarrolló desde mediados del siglo XIII hasta que fue destruido por los ingleses en 1897 en su avance colonial sobre una parte del territorio que le había sido otorgado en la Conferencia de Berlín -1894-, donde las grandes potencias se repartieron África. La Ciudad de Benín está situada en la región densamente arbolada que hoy es el sudoeste de Nigeria.
El reino no llegó nunca a ser muy extenso, pero, a pesar de su poca importancia territorial, su gente fue capaz de organizar una estructura política perfecta sin tener escritura, crear maravillosas esculturas en bronce y marfil y rodear sus aldeas y ciudades con muros y fosos de tierra interconectados.
Una de sus cabezas de bronce, grabadas por el sistema de la cera perdida, en las que representaban a sus reyes y príncipes, fue la que inspiró a la autora. La escritora hizo realidad al espíritu que, según la tradición, debía morar en ella.
Ese espíritu, que es el narrador, cuenta lo que vivió en su existencia real como Príncipe y heredero al trono, la historia del reino de Benín que ha observado desde que se introdujo en la cabeza de bronce, y el mundo nuevo que se le muestra en la casa europea de la mujer blanca a la que diversas circunstancias le llevan.
Surge una interrelación entre ambos personajes en el que el amor se mezcla con el debate continuo de lo que uno y otra piensan.
África y Europa se enfrentan a través de los dos. Al principio, ambos se mantienen aferrados a lo que cada uno es y ha recibido y les cuesta abrirse a otro modo de pensar. Al contacto con ella, a él se le rompen parte de sus creencias, pero lucha por mantenerlas y, al mismo tiempo por aceptar lo diverso. A la mujer blanca le sucede lo mismo. A los dos se le abre una manera distinta de pensar a través del conocimiento mutuo.
No deja de sorprender que el lector del Príncipe de Benín acepta la presencia del espíritu como si fuera real y se siente a gusto con el diálogo entablado entre ambos personajes. Gracias a los aportes literarios como es el de la escritora María Teresa Gallego la literatura sobre África parece hoy más viva que nunca.
Sin lugar a dudas leer esta obra es la mejor forma de acercarnos a una realidad que muchos desconocemos.
La autora es docente universitaria.
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