La cordura de las sorpresas en la cuentística de Cheri Lewis
La Prensa | Opinión | Voces de la Academia | 4 de mayo de 2024
Por Melquiades Villarreal Castillo
Reseñaré, en esta ocasión, algunos relatos de la obra Abrir las manos de Cheri Lewis G., cuyos mundos no son comprensibles desde los paradigmas de lógicas prediseñadas. Desde los elementos paratextuales, evidenciamos el interés lúdico de la autora, quien introduce su obra con un epígrafe de Roberto Bolaño que es un reto para el lector, puesto que le ofrece diversos caminos que le instigan y arrastran a descubrir lo inédito: “Se puede leer como una agonía. También se puede leer como un juego.” Te aseguro, lector, que en esta obra te encontrarás con un artificioso juego que seduce, entretiene y convence de que la joven literatura panameña se encuentra en un sorprendente estado de florecimiento. Sobre todo, la producción cuentística.
Desde el primer relato, titulado Mujer hecha pedazos, divisamos elementos novedosos, mágicos e inusuales; por ejemplo: encontramos a una mujer a quien se le desprende un brazo sin dolor, sin queja, sin sangrado, un hecho que combina lo natural con lo extraordinario de manera desconcertante; se trata de Marta un personaje que aparte de su problema de desmembrarse de manera indolora es una mujer interesantísima por su “capacidad de hablar sobre cualquier tema sin aburrirte.” Y es que el cuento está diseñado de manera que todos los elementos concuerdan en un binomio conformado por lo normal y lo inaudito como La casa de los padres de Cristina: “hermosa cabaña de vidrio y madera, rodeada de pinos y cedros que a veces me parecía muy acogedora y, otras, extremadamente siniestra”. Resulta insólita la visión que tiene Marta sobre su propia realidad, pues las personas parecen fijarse solamente en las cosas carentes de importancia: la pérdida de un pasaporte, las llaves o una cartera, sin darse cuenta de que lo único que ha perdido ella de valor es su cabeza por amor a un hombre que no la supo valorar.
Otro homenaje al irrazonable lo encontramos en el cuento Testamento, en el cual Cheri Lewis esboza una trama extravagante. La historia de dos esposos muertos simultáneamente que contrasta con la existencia de un testamento en el que se declaran los bienes existentes que tenían los difuntos y la forma como serán distribuidos entre los hijos. Además de eso, tenemos el deseo de los esposos de ser sepultados juntos, en el mismo féretro. Y lo más extraño, el deseo de la esposa que le introdujeran el pene de su marido en la vagina como muestra de amor eterno. Al final, haciendo gala de todos sus recursos como cuentista, la autora nos deja con la boca abierta al demostrarnos que los deudos, entretenidos en cumplir con los caprichos del testamento, no tuvieron tiempo para entristecerse con la muerte de sus progenitores.
Finalmente, me referiré al relato que regala su nombre a la colección: Abrir las manos que, a mi juicio, tiene intertextos de Cien años de soledad. La trama se desarrolla en una casa en la que viven una madre y sus dos hijas, la cual se va llenando de bebés que llegan en bandadas apoderándose de todo. Además, somos sorprendidos por la misteriosa desaparición de una de las hijas quien, a la manera de Remedios la Bella, se desvanece sin que nunca se vuelva a saber de ella.
Abrir las manos es un libro que sugiere múltiples lecturas, diversas posibilidades de entender mundos ficticios, muestra clara del acertado proceso evolutivo que viven nuestras letras por lo que invito a cualquier lector pleno de cordura e interesado en la buena cuentística, que no tenga temor a ser víctima de las sorpresas, al internarse en los arcanos de sus páginas.
El autor es profesor y lexicógrafo.
Síguenos