Osvaldo Balmaseda en Panamá
Por Margarita Vásquez, académica numeraria
En Panamá se recuerda con mucho aprecio a Osvaldo Balmaseda, el gran maestro que vino invitado por la Academia Panameña de la Lengua y por el Ministerio de Educación a mediados de la segunda década del siglo XXI para impulsar el aprendizaje de la escritura correcta, de cómo escribir con corrección y, naturalmente, cómo se enfrenta la difícil tarea de enseñar ese aprendizaje.
Lleno de entusiasmo y de una natural disposición para la amistad, Balmaseda vino y se entregó con pasión a la difícil empresa que dio inicio en la provincia de Chiriquí.
Acompañado por el profesor Álex Nieto, quien fuera su guía y acompañante en la primera gira, Balmaseda inició y completó su trabajo. Y, entonces, Álex comprendió que estaba ante un hombre de gran vocación. De regreso a la ciudad de Panamá, su conversación sobre el trabajo de Balmaseda giraba, con admiración, alrededor de la creatividad, la iniciativa que destilaban sus clases. Aquello fue una promoción de la excelencia del invitado: ingenio, buen humor, conocimiento profundo y, por lo mismo, capacidad crítica, pero sobre todo, capacidad para transformar el aula en un área para que el juego de las palabras y del pensamiento condujera, sin traumas, a un trato amigable con la ortografía, la puntuación, la morfosintaxis, la semántica y la pragmática.
Balmaseda vino dos veces más a Panamá. Se comprendió que su trabajo debía tener continuidad y que debía extenderse a las diversas regiones educativas.
En la actualidad, después de la pandemia que ha dejado severas cicatrices en el desarrollo educativos de la juventud en Panamá, Osvaldo Balmaseda hace más falta que nunca. Pueda ser que su magisterio admirable, guardado en sus libros, no muera.
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