La personalidad múltiple de la G
La Prensa | Opinión | La Voz de la Academia | 27 de julio de 2023
Por Modesto A. Tuñón F.
La letra G es curiosa en su fonética en español. Junto con la Y se pronuncia de dos maneras. Antes era la octava letra del alfabeto y al desaparecer el dígrafo (dos formas gráficas) ‘ch’, pasó a ser la séptima.
Se pronuncia como ‘ge’ cuando está delante de las vocales ‘a’, ‘o’ y ‘u’ (velar, sonoro). Así tenemos gato, gota, gustar. Pero delante de ‘e’ e ‘i’, (velar, fricativo sordo) adquiere su segunda personalidad y se convierte en ‘j’; veamos: gente y gigante.
Según la historia, esta letra pertenecía al alfabeto latino o romano y representaba los fonemas ‘c’ y ‘g’. Posteriormente en el latín, la diferencia de pronunciación de ambas era notable y evolucionó hacia la creación de lo que se conoce como el ‘gimel’ fenicio y la ‘gamma’ griega.
De acuerdo a Wikipedia, el esclavo liberto, Espurio Carvilio, decidió hacer un rasgo a la ‘C’ para representar el sonido y así creó el fonema velar oclusivo sonoro, diferente al sordo.
El diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia Española explica ampliamente estos casos. La ‘g’ desaparece como sonido cuando comienza una palabra y está delante de la ‘n’. Allí está el caso de gnoseología. Tiene el efecto de hacer sorda a la ‘u’ cuando unidas, les sigue la ‘e’ o la ‘i’; así tenemos guerra y guineo. Para pronunciar esta última vocal ‘u’, hay que ponerle una diéresis; por eso, agüero y güisqui.
Al pronunciar la sílaba formada por la combinación ‘ua’, ‘ue’ o ‘ui’, precedidas de la h, hay una cierta tendencia a pronunciar un sonido parecido a la ‘g’. Es así en huaquear (guaquear), huevo (güevo) y deshuesar (desgüesar).
Por esa razón en el uso popular, se cae en utilizar esos barbarismos equivocadamente al escribir. Pero también, de esta situación aparecieron palabras como el americanismo ‘güinche’ (grúa) que proviene de huinche.
Al parecer en otros idiomas suceden fenómenos parecidos con esta letra ‘g’. Por ejemplo, en francés cuando se combina con la ‘n’, surge el sonido ‘ñ’ como en la palabra ‘champagne’, se pronuncia “champañ” o también “vignoble” (viñedo), se pronuncia “viñobl”. Vale la pena apuntar que, en francés, muchas palabras que tienen esa combinación, al traducirse al español, convierten esa ‘gn’ en ‘ñ’, como en este caso anterior.
Tanto en el francés como el inglés, la ‘g’ tiene la doble pronunciación de ‘ge’, pero no ‘j’ como en el español, sino sonido de ‘y’. Es así en el idioma galo: ‘gant’ “gant” (guante) y géant “yeant” (gigante). En inglés, tenemos grace “greis” (gracia) y gin “yin” (ginebra). Pero adquiere una cierta tendencia nasal velar cuando está precedida de ‘n’, en terminaciones como ‘ring’ (cuadrilátero) o ‘sing’ (cantar).
Como dato curioso, también en esta lengua en la combinación de ‘g’, seguida de ‘n’ al comienzo o final de palabras, hace muda la letra ‘g’ en la pronunciación; así ocurre en ejemplos como ‘signature’ (firma), se pronuncia ‘sainatiure’ y también ‘design’. ‘disain’ (diseño).
En italiano, la combinación ‘gn’ suele pronunciarse como ‘ñ’ y se produce algo curioso en el inglés, según explica el profesor Martín Jamieson: aunque no sucede igual en las palabras propias de su léxico, palabras que son extranjerismos incorporados, conservan la pronunciación original, como son los casos de ‘poignant’, ‘bologna’, ‘lasagna’. Se trata de préstamos lingüísticos.
Habría que referirse ahora a las derivaciones en el habla popular de la pronunciación de esta letra ‘g’. Un ejemplo es cuando se cambia por la letra ‘j’, como es el caso de ignorante ‘ijnorante’ o ignominia con ‘ijnominia’, también sucede al sustituir su pronunciación por ‘z’, como en “iznominia”. Sucede otro tanto cuando se cambia el sonido por la ‘h’, es la situación de ‘ginebra’ con “hinebra”.
La coincidencia de sonidos entre la ‘g’ y la ‘j’ hace difícil la escritura para quienes aprenden la lengua española. Existe un amplio conjunto de reglas sobre usos de cada una y que requieren conocerse para hacer más fácil el uso de esta letra tan misteriosa para las lenguas romances y otros idiomas.
El autor es periodista y docente.
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