Palabras curiosas
La Prensa | Opinión | La Voz de la Academia | 17 de agosto de 2023
Por Modesto Tuñón F.
Las palabras constituyen elementos fundamentales del lenguaje. Son la forma como se concreta la significación. Si se tiene en cuenta la tesis de Ferdinand de Saussure, de que hay una interconexión entre sonido y significado; es decir cada término se expone de una manera especial y concreta a los sentidos de la vista y el oído, pero también alude a algo. Ellas surgen de nuestros vínculos culturales e históricos y están llenas de un rico legado.
Las palabras son la unidad básica de esa capacidad humana de expresión para referirse a pensamientos y sentimientos a través de signos. Son en sí una expresión particular de tales signos. Y, por tanto, especiales por su trascendencia en el tiempo. Una palabra muy sencilla como ‘murciélago’, diría Elsie Alvarado de Ricord en sus clases, al descomponerse se referiría a un ratón (muris en latín), ciego (caecillus), mamífero volante nocturno.
De igual manera sucede con otro concepto como ‘hojaldre’, tan antiguo en la historia y que también tiene una etimología que habla de foliatilis, es decir pan que se forma con hojas de masa de algún tipo de harina y que existe en casi todas las culturas. Se comprende desde el punto de vista de la lengua, en su componente social y también individual, el habla, según lo explica el propio Saussure.
Este aspecto de lengua y habla es quizás el elemento más poderoso que permite a los grupos sociales conservar su identidad. Una palabra como ‘tinaco’, es la noción de un tanque que se coloca en las azoteas de casas en México y en otros países para recoger agua que se utiliza a diario. Sin embargo, en Panamá ese mismo término alude al cesto donde se recoge la basura, porque históricamente hubo allí una empresa Tin & Co. De esto derivó su uso local.
Teporocho se le llama en México a una persona que bebe mucho (borrachín). Existe toda una historia relacionada con esa expresión. Se dice que, en la capital de Puebla, se acostumbraba beber té y otras bebidas como toda una ceremonia en lugares muy lujosos y que afuera de estos locales se agrupaba gente para pedir favores. Ellos bebían un té de otra calidad que compraban por ocho centavos. Té por ocho y así conservaron el nombre.
Una relación muy diferente tiene el adjetivo hermético. Proviene de Hermes y cualquiera diría que se refiere al dios del comercio; pero no, su origen es Hermes, pero aquel denominado Trimegistos (tres veces grande), a quien se atribuyen obras religioso-filosóficas. Es una combinación del Hermes de la mitología griega con el dios egipcio (Troth) y los escritos de los que se deriva la alquimia (conocida como el arte hermético).
En 1829, Robert Hunter descubrió a dos hermanos, Chang y Eng Bunker, que habían nacido en 1811 en Siam (actual Tailandia) con una particularidad: estaban unidos por un cartílago en el pecho y el estómago. De allí nació la expresión siameses, es decir hermanos gemelos que nacen unidos por alguna parte del cuerpo. Los Bunker se convirtieron en una celebridad circense y pudieron recaudar una fortuna.
La palabra siamés es un toponímico que proviene del tailandés y el término tiene un origen sánscrito (syama), que significa oscuro. Como los hermanos Bunker nacieron en Siam, entonces se les llamó siameses a quienes tuvieran la misma condición de ellos.
Cuando los holandeses viajaron a China para el desarrollo del comercio entre ambos países, conocieron una hierba aromática, que los locales llamaban Tay, que era una unión de los términos ‘cha’ (hoja) y ‘tu’ (árbol) en la provincia de Fujian. La unión de ambos dio como consecuencia ‘tay’. Los extranjeros aprendieron a pronunciarla y derivó hacia el español ‘té’, el alemán ‘tee’, el francés ‘thé’ y el inglés ‘tea’. En portugués, se quedó como ‘cha’ y en italiano tè.
La primera fábrica de goma de mascar se estableció en la ciudad de Chicle en Colorado, y de ella salió la palabra para definir el producto que cambió muchas costumbres en la población, el chicle.
En algunos casos es la historia o circunstancias vinculadas a particularidades remotas las que generan la etimología. Pero también hay situaciones muy específicas como la de aquel panadero Boulanger, quien puso un letrero que invitaba a los clientes a ‘restaurarse’, y de allí provino el concepto de ‘restaurante’.
Existen usos, tendencias religiosas, incidentes, toponímicos y lógicamente la derivación o transformación de las propias palabras, así como los neologismos en español que dan como consecuencia el surgimiento de nuevas voces para definir o explicar una circunstancia novedosa. Un ejemplo, ‘mupi’, acrónimo proveniente de la expresión francesa mobilier urbain pour l’information (Mobiliario urbano para la información), exhibidor público en las calles.
El autor es docente y periodista.
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